La conciencia cristiana está basada en una ley, la cual el individuo es consciente de no haber creado, pero que determina sus valores éticos y morales. La conciencia es una voz interior que guía al individuo al amor de Dios y a aborrecer el mal, una directriz que pone orden en la vida personal y social del individuo. El nacimiento de la conciencia provocó el cambio del hombre-animal al hombre-ser humano. Antes de que Dios creara la conciencia no había nada dentro del hombre-animal a lo que Dios pudiera apelar. El libro del Génesis dice que fuimos hechos a imagen de Dios. Presenta a Dios diciendo, “vamos a hacer al hombre a nuestra propia imagen, a imagen de Dios lo creó”. El hombre tiene capacidad para la verdad, lo bello y lo bueno. Como tal, se diferencia de todas las demás criaturas sobre la tierra. Esta capacidad es la imagen de Dios; esto es la conciencia, escribe Howard Mumma.
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