Viktor Frankl psiquiatra austríaco, fundador de la logoterapia y del análisis existencial decía que “experimentar a alguien en toda su singularidad significa querer a alguien. Es decir, nos realizamos en el amor y en el trabajo, y realizamos también nuestro sentido. Pero también nos realizamos allí donde ya no podemos cambiar la situación; hasta el último momento cabe la posibilidad de cambiarnos a nosotros mismos, o sea, de cambiar nuestra posición frente a las cosas. Y haciéndolo, podemos crecer interiormente y más allá de nosotros, podemos madurar interiormente, incluso hasta el último suspiro. De este modo, la posibilidad de encontrar un sentido la tenemos latente hasta el final. A la gente que pregunta: ¿Es necesario sufrir para satisfacer un sentido?, yo le respondo: ¡De ningún modo! No es necesario sufrir para satisfacer un sentido. El sentido también es posible a pesar del sufrimiento, exactamente a través del sufrimiento. Mientras podamos remediar o aparcar un sufrimiento, lo único razonable es hacerlo, ya se trate de un sufrimiento de origen biológico, psicológico o político. Todo lo demás sería masoquismo y no heroísmo. Sólo allí donde justamente seamos incapaces de cambiar la situación, nos sentiremos llamados a modificarnos, a cambiar nuestra propia posición y a dar testimonio con este cambio de aquello de lo que el hombre es capaz, transformar una tragedia personal en un triunfo humano. Incluso se puede verificar empíricamente que la vida está potencialmente llena de sentido hasta el final”.
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