Con el calvinismo se acepta la usura, prohibida previamente por católicos y protestantes. Se acepta que el dinero produzca dinero, lo que abrirá la vía a la especulación sin freno. Fue Max Weber, con su estudio sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo, quien desveló ese ascetismo típico del calvinismo que dio impulso al capitalismo. En continuidad con el abandono de la vida contemplativa como forma de vida superior, que había propiciado Lutero,dice la filósofa Victoria Camps, el calvinismo se agarra a un sentido de la vocación o llamada divina, vocación no religiosa, sino profesional, que hace que cada hombre esté llamado a desempeñar una tarea en este mundo, actuando así como ejecutor de la obra de Dios. De esta forma, el logro y la búsqueda de beneficios materiales adquieren una legitimación sobrenatural.
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