martes, 25 de enero de 2022

Muchos intentos de conseguir un profundo cambio social desde arriba han fracasado

Cuando, en respuesta a las fuerzas desencadenadas por la revolución francesa, los estados europeos se vieron cada vez más obligados a remilitarizar a la población, lo hicieron desde arriba; lo que fue aceptado con diversos grados de entusiasmo. El servicio obligatorio universal acabaría por asociarse, cosa bien comprensible, con el sufrimiento y la muerte. En la Primera Guerra Mundial hubo veinte millones de víctimas, y cincuenta millones en la Segunda. Gran Bretaña y Estados Unidos lo abolieron en 1954; y cuando Estados Unidos lo restableció en 1969 para enfrentarse a una guerra que acabó siendo tan impopular, el rechazo de los conscriptos y sus familias a asumir los valores guerreros tuvo como resultado el abandono de la guerra de Vietnam. Supuso una prueba de cuán contraproducente es conducir a la sociedad con dos códigos contradictorios entre sí, el de los “derechos inalienables”, que incluyen la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y el de la abnegación en caso de necesidad estratégica. En efecto, todo intento de conseguir un profundo cambio social desde arriba ha resultado difícil en el mundo moderno, y muchos han fracasado, en particular los encaminados a modificar el derecho a la propiedad privada y el de la relación del campesino con la tierra. El cambio social instrumentado desde abajo, que es la idea clave de los movimientos religiosos reformistas,ha obtenido mayores éxitos, escribe el historiador británico John Keegan.

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