“La enemistad es un hecho. Es propio del mundo la diferencia entre amigos y enemigos, tanto en el ámbito privado, como en el político o en el ideológico y el religioso. Cristo no ha negado el fenómeno de la enemistad. No ha enseñado a no tener enemigos, porque eso no depende de nosotros. La enemistad entre el hombre y el enemigo constituyera primera forma de la alianza con Dios. La alianza delimita, separa a la mujer de la serpiente,a Caín de Abel,a Noé de la humanidad pecadora, a Abraham del entorno gentil, a Israel de los “pueblos”.La conciencia de elección por Dios conduce casi inevitablemente a la enemistad frente a todos los que no reconocen dicha reivindicación. La enemistad entre el pueblo y los pueblos es una consecuencia de la Ley.”
“Sin embargo, escribe el filósofo alemán Robert Spaemann, el Hijo de Dios ha superado la Ley e invita a los que antes no eran pueblo a ser pueblo de Dios. Pero esto no implica el fin de la enemistad. Los cristianos fueron perseguidos en Roma más fuertemente que los judíos porque no relativizaron su pretensión a los pueblos fronterizos.Por eso fueron declarados por los romanos “enemigos del género humano”, lo cual les había sido profetizado. Para el cristiano en lugar de “ amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo” surge el mandato de “amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”, lo cual significa que la enemistad ya no define a la persona del enemigo. No se trata de su aniquilación, sino de que deje de ser enemigo.”
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