En 1961se construyó un muro que dividía Berlín y atravesaba el corazón de Alemania, con la intención de detener el flujo de alemanes del este que huían a la República Federal occidental; su efecto, no obstante, fue el de oficializar no solo la partición de Alemania, sino también la división de Europa. Así, Europa central desapareció como tal; a partir de entonces solo habría una Europa occidental y una Europa oriental. Churchill ya había advertido de los peligros de un “telón de acero” que se extendiera desde “Stettin, en el Báltico, hasta Trieste, en el Adriático”. Pero una vez que se hubo establecido, aquel telón geopolítico resultó tener beneficios inesperados. La segregación política puso fin a la que antaño había sido una de las principales fuentes de conflicto de Europa centro-oriental, la fricción entre los pueblos de las fronteras imperiales. Como observaría Kennedy acertadamente, “un muro es muchísimo mejor que una guerra”.
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