¿Por qué el socialismo no ha conseguido triunfar en Estados
Unidos? Todo parecía destinar a Estados Unidos a ser la auténtica patria del socialismo. Industrialización precoz, ausencia de jerarquías, culto a la igualdad etc; y sin embargo, jamás el socialismo ha salido allí de círculos muy estrechos. Se han dado muchas razones para explicar este hecho. La explicación más evidente la dio el sociólogo alemán Werner Sombart cuando dijo que no hay utopía socialista que aguante el régimen de filetes de vaca y pasteles de manzana de la dieta norteamericana.
Werner Sombart |
Vemos en todo americano, desde el chico de los periódicos, una inquietud, un ansia y una fuerza que le impele hacia arriba, a lo más alto, por encima de todos los demás. En la vida del norteamericano, por lo tanto, el ideal no es la vida cómoda, ni la armonía de una personalidad centrada en sí misma, sino ese llegar más lejos. Sólo así se explica la
rapidez, la ambición incesante, la competencia desconsiderada en todos los terrenos. Ya que si cada uno está detrás del éxito, todos tienen que mirar por situarse de primeros. Empieza el steeple chase (carrera de obstáculos), la caza de la suerte, como acostumbramos a llamarla de manera poco profesional. Un steeple chase que se diferencia de las demás carreras en que la meta no está fija, sino que se aleja cada vez más ante el corredor. La llamábamos antes ambición incesante, pero sería más exacto llamarla ambición sin fin. Toda ambición basada en la cantidad tiene que carecer de fin, ya que en sí misma la cantidad carece de límites.
Dice Werner Sombart que el rechazo de toda reglamentación desde arriba, de toda intervención de la autoridad, es decir, la doctrine of non-interference by governement with the citizens, nació en los hombres de 1776 de un espíritu meramente doctrinal, ideal-racional. Pero en realidad un norteamericano moderno poca atención presta a aquellos nobles principios de los framers of the constitution, en la medida en la que no interfieren demasiado en su vida cotidiana de una manera determinante. Si el norteamericano se sigue aferrando tanto al principio del laissez-faire, ello es así porque siente por instinto que éste es el único principio válido para todo aquel que desea el éxito a cualquier precio.
El éxito significa para el norteamericano medio, en primer lugar, llegar a ser rico. Esto lo explica el hecho de que este afán incesante que reconocemos en el carácter popular norteamericano se orienta sobre todo hacia la vida económica.
Surge una sobrevaloración de la economía entre las masas mismas porque se cree poder llegar a la meta deseada más rápidamente de esta manera. La manera es la economía entendida en el sentido de la economía capitalista, cuyo símbolo es el título-valor que se negocia en bolsa. Mediante la participación en la especulación de fondos y de mercancías la multitud intenta, pues, participar en la rueda de la fortuna en la que se juegan grandes ganancias. No hay otro país en el mundo en el que las masas participen tanto en las fuerzas de la especulación como en los Estados Unidos; no hay país en el que una parte mayor de la población haya saboreado tanto la fruta capitalista, afirma Werner Sombart.
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