Juan Antonio Vallejo-Nágera Botas, psiquiatra y escritor, decía que la separación de los padres, la ruptura de la familia provoca que los niños en edad preescolar no comprendan lo que ocurre en la familia, tendiendo a echarse la culpa (es que he sido malo) y se tornan más irritables (rabietas) y dependientes de sus padres (enmadrados). Los de edad escolar se sienten solos y faltos de ayuda. La separación provoca cuadros depresivos y deterioro del rendimiento escolar y de la relación con amigos. Tienden a pedir o a fantasear sobre ir a vivir con el otro, creen que allí sería mejor su vida y tienen la secreta esperanza de volver a unir la pareja. Entre los adolescentes las dos reacciones más frecuentes son o una madurez prematura, aceptando responsabilidades de adulto, con un superego hipertrófico; o, por el contrario, conducta antisocial y refugio en las drogas. Entre los menores de diez años los síndromes (grupos de síntomas) más frecuentes son retirada, apatía, depresión, regresión, angustia de separación-fobia a la escuela, fugas para buscar al otro.
La delincuencia infantil tiene en ocasiones el simbolismo de ganar poder compensador. El haber contemplado a sus padres en lo que a él le parece cruel hostilidad, mutila el superego y le permite actuar sin sentimientos de culpa.
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