Para 2050, una de cada cuatro personas en la Tierra (y cerca de la mitad de los niños) será de alguno de los 54 países del continente africano. En 1950, los africanos representaban solo un 9% de la población. Estas cifras demuestran que las proyecciones y el posible dividendo demográfico para estas naciones tendrá efectos sociales y económicos sin parangón.Los jóvenes africanos representarán el 42% de la juventud global en la próxima década. “El crecimiento de la población en el continente africano se debe a una de las tasas de natalidad más altas a nivel mundial y tasas de mortalidad en declive atribuidas al acceso mejorado a la atención médica y el saneamiento”, afirma Tighisti Amare, subdirectora del Programa África del think thank británico Chatham House.
“África son muchos países diferentes que experimentan una amplia gama de situaciones culturales, económicas y demográficas”, manifiesta Mark Wheldon, oficial de Asuntos de Población de Naciones Unidas. “Por ejemplo, muchos en el África Subsahariana, con poblaciones jóvenes, forman parte del grupo de Países Menos Adelantados (PAM); con bajos ingresos, que enfrentan severos impedimentos estructurales para el desarrollo sostenible. Son altamente vulnerables a los shocks económicos y ambientales y tienen bajos niveles de activos humanos”.
“África son muchos países diferentes que experimentan una amplia gama de situaciones culturales, económicas y demográficas”, manifiesta Mark Wheldon, oficial de Asuntos de Población de Naciones Unidas. “Por ejemplo, muchos en el África Subsahariana, con poblaciones jóvenes, forman parte del grupo de Países Menos Adelantados (PAM); con bajos ingresos, que enfrentan severos impedimentos estructurales para el desarrollo sostenible. Son altamente vulnerables a los shocks económicos y ambientales y tienen bajos niveles de activos humanos”.
África está perdiendo terreno. Su contribución a la manufactura global es menor hoy que en 1980. Su economía tiene un gran peso en el sector primario y el avance de su industria es desigual, mientras que Sudáfrica, Egipto, Marruecos y Túnez tienen sectores relativamente desarrollados, en los países subsaharianos el peso del sector es muy pequeño.
“La gran población de África, si se aprovecha adecuadamente, tiene el potencial de impulsar el crecimiento socioeconómico en la región al ofrecer mano de obra y mercado para productos, atrayendo así inversiones domésticas y extranjeras”, subraya desde Accra (Ghana) Francis Agbere, responsable de Programas y Políticas de Economía Justa de Oxfam Intermón. Con un 70% de su población menor de 30 años, la población joven del África subsahariana es especialmente apta para aprovechar la tecnología e impulsar el desarrollo económico. Pero, para sacar provecho del dividendo demográfico, los gobiernos deben implementar políticas que se traduzcan en ciudadanos sanos y capacitados, y promover los derechos laborales para protegerlos contra la explotación económica. Un informe de Oxfam reveló que siete africanos tienen más riqueza que la mitad inferior de la población. “En el continente más desigual, el crecimiento del PIB no significa mucho si la riqueza está en manos de unos pocos”, comenta Agbere. “Los gobiernos africanos deben implementar políticas que reduzcan la brecha entre ricos y pobres, deben priorizar los servicios sociales como la salud y la educación, implementar políticas de impuestos progresivos e invertir en el sector agrícola, donde la mayoría de los agricultores a pequeña escala que trabajan para alimentar al continente son mujeres”. Porque, en todo caso, una gran población joven que carece de oportunidades no solo no tiene las condiciones para impulsar el desarrollo, sino que además podría sentar las bases para agravar los conflictos y la fragilidad del mundo.
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