domingo, 11 de mayo de 2025

La leyenda negra de los Borgia, la degradación de la verdad

Lucrecia de Borgia
El resentimiento contra su padre Alejandro VI y su hermano Cesar cargó a Lucrecia de acusaciones de incesto y desenfreno libidinoso, de los que no hay ninguna prueba. La leyenda negra de los Borgia, añade fantasías eróticas morbosas tejidas sobre Lucrecia la acusación injustificada de experta en el asesinato por envenenamiento. La degradación de la verdad fue constante en los relatos sobre los Borgia. 
Victor Hugo, con una grave responsabilidad en la deformación deliberada de la historia de Lucrecia, para hacer picante y grato a la galería su drama Lucrecia Borgia.Lo imperdonable en Victor Hugo es que presume de erudito y engañó a los lectores, fingiendo haber analizado con rigor histórico las bases de sus dramas.Puede hacerse una calificación similar de Alejandro Dumas en Los crímenes celebres, en la sección que corresponde a los Borgia y de modo particular a Lucrecia. Toma los datos de “la fuente histórica” aludida por Victor Hugo, Tommaso Tommasi. En realidad este autor, Tommaso Tommasi, que en realidad se llamaba Gregorio Leti, era un convertido al calvinismo y, como todos los conversos, con necesidad de menospreciar a la fe abandonada. Dedicó sus escritos a denigrar la religión católica y al papado, con pasión y sin el menor rigor. Victor Hugo y Alejandro Dumas son escritores de ficción, pero muchos de los historiadores de los siglos pasados obraron de modo similar.
Los Borgia, Alejandro VI, Lucrecia ¿eran unos cínicos que utilizaron la fe religiosa de los demás solo en su provecho? No. Eran creyentes; algunos, como Alejandro VI, grandes pecadores, pero con la fe viva en el fondo del alma. Lucrecia, con acuerdo prudente, sabemos que la prudencia era una de sus virtudes, no esperó al final para preparar el más allá. Transformó su vida espiritual hacia un sentido profundamente religioso, que se hace muy patente desde los 30 años de edad, aún con el rescoldo de su legendaria belleza. Lucrecia sigue representando en las funciones de estado el papel de gran dama, pero debajo de su vestido lleva un silicio. Confiesa a diario, y comulga con frecuencia, ha entrado en secreto en la orden tercera de San Francisco.
Referencia: Perfiles humanos de Juan Antonio Vallejo-Nágera.

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