Leo J. Trese escribe que “cuando la hija dice a sus padres que está “esperando”, la primera reacción de ellos suele ser disgustarse horrorizados. ¿Cómo ha podido sucederle eso a su niña (que quizá no ha cumplido los veinte) a la que tanto han querido y mimado? Había sido siempre tan buena... ¡Y ahora esto! ¿Cómo ha podido convertirse en un ser tan inconsciente? ¿Dónde han fallado ellos (los padres) al formarla? De este tipo son las acusaciones y recriminaciones que los padres pueden sentirse tentados de hacer a su hijo y a ellos mismos. El shock es comprensible, pero una reacción así es la peor respuesta posible a la situación. En primer lugar, la muchacha no se ha vuelto mala por el hecho de su embarazo.El hecho de que tener un hijo no es un pecado. La unión extramatrimonial fue un pecado, pero el embarazo resultante no lo es. La criatura que esta hija lleva en su vientre está destinada a ser un hijo de Dios. Cuando ella y su novio concibieron el cuerpo del niño, pusieron en movimiento el poder creador de Dios; y Dios insufló un alma espiritual e inmortal a ese cuerpo.”
“La muchacha puede confesar su situación llorando o como de pasada o, incluso, con actitud desafiante. Sea como fuere, es de esperar que los padres traten de disimular sus sentimientos de pesar y afronten el hecho con garbo. Si hay alguna ocasión en que su hija pueda necesitar de su comprensión y de su amor, es ésta. La chica está atemorizada, dolorida, apenada y confundida.El matrimonio con el padre del niño no será indicado a menos de que se pueda confiar firmemente en que será feliz y duradero. Cuestiones del tipo de si será mejor el matrimonio que tener al niño secretamente, o de si será mejor conservar al niño o dejar que lo adopten, sólo pueden ser decididas después de un cambio de impresiones sereno y realista con consejeros cualificados.”
“La muchacha puede confesar su situación llorando o como de pasada o, incluso, con actitud desafiante. Sea como fuere, es de esperar que los padres traten de disimular sus sentimientos de pesar y afronten el hecho con garbo. Si hay alguna ocasión en que su hija pueda necesitar de su comprensión y de su amor, es ésta. La chica está atemorizada, dolorida, apenada y confundida.El matrimonio con el padre del niño no será indicado a menos de que se pueda confiar firmemente en que será feliz y duradero. Cuestiones del tipo de si será mejor el matrimonio que tener al niño secretamente, o de si será mejor conservar al niño o dejar que lo adopten, sólo pueden ser decididas después de un cambio de impresiones sereno y realista con consejeros cualificados.”
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