viernes, 9 de mayo de 2025

Castilla

Preguntaba al Duero Antonio Machado si Castilla, como el Duero mismo, no irá corriendo siempre hacia la mar, hacia la muerte y hacia lo que más allá de la muerte pueda haber, que tal es el significado del mar en el sistema metafórico del poeta. Y la verdad sentimental subyacente a la metáfora es que, Duero arriba o Duero abajo, hacia el ignoto mar, el mar de todo lo que entonces ella no tiene y no ve, corre y corre inevitablemente el alma de quien con alguna sensibilidad contempla estas tierras.
“La plenitud a que llega cada color, escribía Ortega ante el paisaje de la Castilla estival, convierte a los objetos todos en puros espectros vibratorios… Es un mundo para la pupila que, como las ciudades fingidas por las nubes crepusculares, parece en cada instante expuesto a desaparecer, borrarse, reabsorberse en la nada. Sentida como realidad visual, Castilla es una de las cosas más bellas del universo”.
El histólogo Ramón y Cajal, afirmará, casi al unísono con Baroja y Ortega, que sólo quien tuviese la sensibilidad cromática de la oruga podría quedar indiferente ante las fiestas de luz que el paisaje castellano, en este casó el de los contornos de Madrid, ofrece un día y otro a quien sin prejuicios estéticos o históricos lo contempla.
Castilla nos exalta la sangre y el huelgo con el amarillo de sus tierras, nos enternece con ese tímido reguero de verdura que acompaña a sus ríos apresurados y enjutos, nos pone grave el ánimo con la apretada severidad de sus encinares y la fosca grisura de sus berrocales y tolmos, y, en definitiva, va lanzándonos poco a poco hacia el constante más allá terrenal que anuncia la cima de sus oteros y collados.
Referencia: A qué llamamos España de Pedro Laín Entralgo

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