El barón de Chateaubriand sabía que “ el dinero es la fuente de la libertad”. Carlos García-Blázquez concuerda y señala al principal enemigo “el celo confiscatorio de los gobiernos frustra la única finalidad noble del dinero, salvaguardar la independencia de la persona”. Por eso se permite Chesterton escribir que “la propiedad es una cuestión de honor. El auténtico antónimo de propiedad es la palabra prostitución”.
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