Michelle Perrot, profesora emérita de historia en la Universidad Paris-Diderot, escribe que “la alcoba conyugal está estrechamente ligada a la pareja, institución central en la historia de la familia, de la vida privada y de la sexualidad, es decir, los grandes temas de estos últimos años. Y, sin embargo, lo que aquí nos importa es su espacio. Occidente, desde la Antigüedad griega, ha apostado por la pareja heterosexual como fundamento de la unión, si no del amor, y le ha reconocido un lugar específico de acuerdo con su legitimidad, algo que se halla en las antípodas, por tanto, del harén oriental. ¿Representa la alcoba conyugal un aspecto fronterizo entre civilizaciones? Cuando menos, viene a marcar una concepción muy distinta del género y de las relaciones entre ambos sexos, tan ampliamente construidas por la historia.Cerrado para todo el mundo, la vida privada debe quedar entre cuatro paredes, entre las cuales no está permitido husmear, como tampoco lo está que se sepa lo que ocurre en la casa de un particular.Y mucho menos lo que pasa en una habitación, núcleo de la intimidad. Eran muchas las razones que concurrían para su aislamiento. En principio, el pudor, el deseo de ocultar el ejercicio de la sexualidad.
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