General Jaruzelski |
Para muchas personas los crímenes de Stalin no inspiran la misma reacción visceral que los crímenes de Hitler. Nadie quiere pensar que derrotamos a un asesino de masas con la ayuda de otro.Los regímenes comunistas se volvieron menos censurables a medida que pasaban los años. Nadie temía demasiado al general Jaruzelski, ni siquiera a Brézhnev, aunque ambos fueron responsables de la devastación.
El acceso a los emplazamientos de los campos soviéticos (GULAG) estaba prohibido. Ninguna cámara de televisión ha filmado nunca los campos soviéticos ni a las víctimas, como se hizo en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. Así pues, la carencia de imágenes significa menor comprensión.Un pequeño sector de la izquierda occidental luchó por explicar, y a veces disculpar, los campos y el terror que los creó a partir de 1930.Durante los procesos de Moscú, mientras Stalin condenaba arbitrariamente a miles de inocentes miembros del partido a los campos, el dramaturgo Bertolt Brecht le decía al filósofo Sidney Hook: “Cuanto más inocentes son, más merecen morir”.En la década de 1980 todavía había académicos que continuaban hablando de las virtudes del sistema sanitario de la Alemania oriental o de las iniciativas polacas en favor de la paz; todavía había activistas que se sentían avergonzados del escándalo suscitado en torno a los disidentes de los campos de prisioneros de Europa oriental.
Después de la revolución rusa, la información oficial sobre los campos soviéticos estaba disponible para cualquiera que la deseara. Desde el comienzo los informes de los testigos presenciales del Gulag fueron rechazados e infravalorados por las mismas personas que nunca habrían puesto en cuestión la validez del testimonio sobre el Holocausto.
Referencia: Gulag de Anne Applebaum
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