Para Robert Sarah una cosa es respetar a las personas homosexuales, que tienen derecho a un auténtico respeto, y otra distinta promover la homosexualidad como modelo social. Este modo de concebir las relaciones humanas supone de hecho una agresión a las personas homosexuales, víctimas de ideólogos indiferentes a su suerte. Hay que velar por que los homosexuales no sean víctimas de ataques muchas veces vergonzosos e insidiosos. No obstante, creo que es un craso error querer erigir esa sexualidad en ideología progresista. Percibo una voluntad, por parte de ciertas estructuras influyentes, de hacer de la homosexualidad la piedra angular de una nueva ética mundial. Todo proyecto ideológico extremista lleva aparejado su propio fracaso. Temo que, en última instancia, las personas homosexuales sean las primeras víctimas de tales excesos políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario