Una empresa no es un servicio social del Estado. Su objetivo no es el bienestar de sus trabajadores o la satisfacción de sus clientes, sino el beneficio o el margen. Y la receta para obtener beneficios no es demasiado complicada, basta con comprar, o fabricar, más barato de lo que se vende. La diferencia entre el coste de compra, o el precio de coste, y el precio de venta es el margen, y cuanto mayor sea este, mejor. Si se entiende eso, no hace falta estudiar en una gran escuela de negocios.
Añade Christophe Brusset, que cuando hay que vender un producto, sobre todo si es de calidad media o incluso baja, y la competencia causa estragos, más vale cuidar la presentación, el envase. Ese es el trabajo del marketing, de los especialistas en las apariencias, los ases de la cosmética y del cambio de imagen de los productos. El refrán dice que el hábito no hace al monje, y sin duda alguna es verdad, pero no puedes ni imaginarte la cantidad de tiempo que se dedica, ni el dinero que se gasta, en hacerles creer lo contrario.
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