La erupción nacionalista moderna tiene lugar en el siglo XIX como un impulso para la constitución de dos nuevos Estados nacionales que son Alemania e Italia. Para formular el principio nacionalista idea el revolucionario italiano Mazzini, el principio de las nacionalidades, que se resume como que toda nación, identificada por una lengua y una cultura propia, tiene derecho a configurarse como Estado. El principio se aplica en el siglo XX a la desintegración del Imperio Austrohúngaro, que se descompone en varios Estados nacionales nuevos. En este doble contexto nacen en España, en el último tercio del siglo XIX, el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco, dentro de una realidad nacional, España.
Los nacionalistas catalanes y vascos aceptan la integración en la Unión Europea, integración que es incompatible con la fragmentación interior de los Estados. La idea de una Europa de las comarcas puede ser una especie de sueño que poco tiene que ver con la realidad por la que se va configurando la nueva Europa. Es posible que grandes potencias unitarias político-económicas (Estados Unidos, Japón, y en un futuro China y la nueva Federación Rusa) fomenten los separatismos interiores en algunos países europeos para impedir o retrasar lo que ya se llama Unión Europea y aspira a serlo políticamente.El sentimiento nacional es muy fuerte aún en España, incluso en amplios sectores de la población catalana y vasca. La convicción nacional en el seno de las anteriores potencias europeas es todavía muy intensa pero tendrá que irse diluyendo gradualmente en la unidad superior europea. La gran mayoría de los españoles aceptarán la integración plena de España en Europa, pero nunca la fragmentación de España. Muchos de ellos no conciben una España privada de Cataluña y del País Vasco.
Si la unidad nacional de España estuviera en serio peligro, la Corona, símbolo de la unidad y permanencia de España, y las Fuerzas Armadas, garantes de la unidad nacional según la Constitución, lo impedirían según los recursos que para ello prevé la Constitución.Hay estudios sociológicos que indican que una mayoría de españoles estaría dispuesta a llegar a acciones extremas antes que tolerar no ya la realización, sino un planteamiento serio del separatismo, ante el cual, con un enorme peso de opinión detrás, funcionarían los controles constitucionales.
Referencia: El nacionalismo catalán de Ricardo de la Cierva
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