Cuando la tarde se acorta y la temprana noche nos empuja a volver a casa para terminar nuestras tareas, se nos recuerda la brevedad de la vida y nos volvemos más pensativos, al menos en este crepúsculo del año. Se nos conmina a que nos apresuremos a acabar nuestro trabajo antes de que llegue la noche. No temo exagerar el valor y el significado de la vida, sino más bien no estar a la altura de la ocasión que la vida representa, escribe en Noviembre de 1858 el filósofo Henry David Thoreau.
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