Escribe el historiador Stanley George Payne que el bombardeo del centro foral de Vizcaya, Gernika, lugar donde tradicionalmente se juraban los fueros y que entonces era una pequeña ciudad de 5.000 habitantes. La mayoría de los edificios fueron consumidos por el fuego (no directamente por el bombardeo) y, proporcionalmente, fue la destrucción más grande de cualquier ciudad, con la posible excepción de Belchite, que, además, resulto destruida después durante los combates terrestres. El bombardeo de Gernika se publicitó ampliamente como una atrocidad planificada, la deliberada destrucción de una pequeña ciudad con un especial significado histórico y político. Aquello resultó un asunto tremendamente embarazoso para el Gobierno de Franco, que oficialmente negó toda responsabilidad, y respondió que el fuego lo había desatado la FAI-CNT, y que era lo mismo que habían hecho cuando huyeron en retirada de las poblaciones de Guipúzcoa el verano anterior…….La operación de Gernika difícilmente se puede considerar única o extraordinaria. La Armada republicana y su fuerza aérea habían sometido a muchas ciudades a bombardeos indiscriminados desde los primerísimos días de la guerra, y durante septiembre de 1936 el periódico de Azaña, Política, había fanfarroneado de la destrucción que habían causado en esas zonas, “inundadas de hierro y fuego”.
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