“El hombre, que ha contribuido a la concepción de la nueva vida, no quiere luego hacerse cargo de ella y echa la responsabilidad sobre la mujer, como si ella fuese la única culpable. Precisamente cuando la mujer tiene mayor necesidad de la ayuda del hombre, éste se comporta como un cínico egoísta”, dice Juan Pablo II. Y añade el Papa: “rechazo firmemente la fórmula pro choice (por la elección); es necesario decidirse con valentía por la fórmula pro woman (por la mujer), es decir, por una elección que está verdaderamente a favor de la mujer. Es ella quien paga el más alto precio no solamente por su maternidad, sino aún más por destruirla, por la supresión de la vida del niño concebido. La única actitud honesta en este caso es la de la radical solidaridad con la mujer. No es lícito dejarla sola. Las experiencias de diversos centros asesores demuestran que la mujer no quiere suprimir la vida del niño que lleva en su seno. Si es ayudada en esta situación, y si al mismo tiempo es liberada de la intimidación del ambiente circundante, entonces es incluso capaz de heroísmo. Lo atestiguan, decía, numerosos centros asesores y, sobre todo, las casas para madres adolescentes”.
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