Aunque la herencia, la educación recibida y otras circunstancias condicionan la predisposición al optimismo o al pesimismo en mayor o menor medida hasta los catorce o quince años de edad (época en la que se define el carácter, por lo que resulta fundamental el optimismo vital contagiado y activado hasta esta edad), en el peor de los casos, cualquier ser humano dispone de un amplísimo margen de posibilidades para determinar y construir su destino con su libre actitud conscientemente positiva, escribe el psicólogo Bernabé Tierno. Algo que han defendido Cervantes, Salustio, Jean-Paul Sartre, Amado Nervo, Maurois y tantos otros. En la actualidad, el estudio científico de esta cuestión es materia de la denominada psicología positiva. Es responsabilidad nuestra y de nadie más, a partir de la adolescencia, convertirnos en personas tónicas o tóxicas, constructivas o destructivas, pacíficas o violentas, agradables o desagradables, espirituales o materialistas, sensibles o insensibles, felices o desgraciadas, optimistas o pesimistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario