Para la medicina, la discordancia de género sigue siendo considerada una patología, así como la disforia de género. El problema de la ley es que ya no permite ejercer este diagnóstico, que una persona considere que su cuerpo no se corresponde con su sexo sentido pasa a ser un elemento identitario y, por tanto, no “tratable” ni diagnosticable. Se prohíben las “terapias de conversión”, consideradas como cualquier método que procure “modificar la orientación o identidad sexual o expresión de género de las personas, incluso si cuentan con el consentimiento de la persona interesada o de su representante legal” (Artículo 17). Es un artículo que preocupa sobremanera a profesionales como médicos, psicólogos o psiquiatras.
Esta ley ha sido fuertemente atacado desde el feminismo porque supone reafirmar los estereotipos sexistas (del tipo “si es una niña y juega al fútbol, es que tal vez sea un niño”) en edades muy tempranas. En países como Reino Unido, la experiencia ha mostrado que la aplicación de esta teoría afecta sobre todo a chicas en la adolescencia y ha llevado a miles a identificarse como varones, comenzando procesos de hormonación a edades muy tempranas, cuyas consecuencias médicas pueden ser de por vida.La norma incluye que la autodeterminación de sexo en menores debe ser apoyada por todas las instancias, y abre la puerta a que se quite la custodia a unos padres que no quieran apoyar a su hijo en la “transición”. La norma dice que prohibe la intervención de modificación genital en menores de 12 años, pero abre la puerta a que sí se puedan practicar en adolescentes de 12 a 16 años bajo el solo consentimiento del menor, sin el acompañamiento de los padres en una decisión que marcará toda su vida.
Con esta ley en la mano, cualquier hombre biológico que se auto-identifique como mujer, es mujer. De ahí que tantas feministas hayan puesto el grito en el cielo, aunque apenas hayan querido ser escuchadas por quienes han llevado la ley adelante, que las acusan de transfobia. La AEE expresaba en su comunicado: “Los espacios segregados por sexo que, hasta ahora, eran espacios seguros para las mujeres, como los vestuarios, baños escolares, refugios para mujeres, módulos de prisiones… dejarían de serlo. Cualquier hombre inscrito en el Registro Civil como mujer podría acceder a ellos sin problemas sólo con su "declaración de voluntad". Esta ley supondría también que desaparezca la realidad del deporte femenino, que sería invadido por personas biológicamente varones que se declaran con una identidad de género femenina”.
Se convierte en una “ley mordaza” porque desarrolla un fuerte aparato sancionador que promete establecer multas económicas a quienes fomenten la discriminación. El aparato sancionador es tan poco específico que abre la puerta a que cualquier persona, entidad o medio pueda ser acusada de homofobia o transfobia, simplemente por expresar una opinión diferente a la que presenta la ley.
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