Aristóteles se refiere a un concepto que de nuevo pone de relieve su mentalidad práctica y concreta. Se trata de la epikéia (traducida por equidad), que consiste en una especie de “excepción” a la justicia. Lo justo y lo equitativo son lo mismo, dice Aristóteles, pero lo equitativo es mejor, aunque es difícil aceptarlo, porque lo equitativo consiste en “una corrección de la justicia legal”. Es necesario incluir esa corrección porque el problema de la ley es que es universal, se legisla para todos, cuando los casos particulares en ocasiones exigen ser vistos como casos excepcionales que reclaman una suspensión de la ley o una interpretación distinta de la habitual. En tales casos, la excepción es más justa que la aplicación estricta y rigurosa de la letra de la ley. No es que la legislación esté mal, es que la realidad es compleja y no se ajusta a la uniformidad que la legislación supone. “Por eso, lo equitativo es justo y mejor que cierta clase de justicia, no que la justicia absoluta, pero sí mejor que el error que surge de su carácter absoluto”.
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