jueves, 23 de marzo de 2023

Las estadísticas reflejan que la carencia de un padre es el origen de muy diversos problemas

Familia

El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina, ni un comercio, ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia (G. K. Chesterton).El divorcio se ha promocionado a sabiendas de que la familia biológica era el medio ambiente más adecuado para el menor. Nada se ha hecho para evitar rupturas y todo para facilitarlas pese al reconocimiento en todos los estudios, análisis, decálogos de derechos y legislaciones que la familia natural y estable es el entorno más beneficioso para los menores y al que tienen, ahora sí, un derecho inalienable permanentemente vulnerado. Si realmente se tuviera en cuenta el bien superior del menor y sus derechos fundamentales, se hubieran establecido servicios de mediación familiar que, en los lugares donde funciona, han conseguido reducir las rupturas hasta en un 40%. Salvar a un porcentaje importante de menores de la desestructuración familiar por divorcio debía ser objetivo prioritario de las políticas sociales que afirman mirar por el menor y protegerlo. Curiosamente no lo es, ni se lo plantean pese a que la desestructuración familiar se ha demostrado como un factor determinante en delincuencia, mucho más determinante que la situación social o la pobreza. En las estadísticas de delincuencia juvenil, el 44% de los jóvenes delincuentes provienen de padres sin vínculos de ningún tipo y un 33% de familias divorciadas. Casi la totalidad de ellos con la figura paterna ausente. La investigadora y doctora en derecho M. Calvo Charro presenta diversos estudios en los que se ponen en evidencia las consecuencias de la desestructuración familiar para los menores. La falta de uno de los progenitores como referentes en el menor, figuras que la ideología de género considera innecesarias y perfectamente intercambiables, substituibles o eliminables, aparece en diversos estudios como negativa para su desarrollo.

Familia

Las estadísticas del NFI (National Fatherhood Initiative) reflejan que la carencia de un padre es el origen de muy diversos problemas sociales y vitales que van de la pobreza al fracaso escolar, del embarazo adolescente a la delincuencia. Incluso señalan que se propicia el abuso infantil y la violencia doméstica. Diversos estudios demuestran que los niños que han crecido disfrutando de la figura de un padre involucrado en su educación y con presencia en el plano emocional presentan mayor capacidad de socialización y menos comportamientos conflictivos y agresivos, mayor autocontrol, son más sociables, tienen mayor autoestima y empatía. En el plano intelectual tienen más capacidad lingüística y cognitiva, un mayor cociente intelectual y sacan mejores notas. Posteriormente presentan más estabilidad en las relaciones. Por el contrario, los niños que han crecido sin la figura paterna tienen más tendencia a la falta de control personal y social, y dificultades para asumir responsabilidades familiares reproduciendo, en el caso de los varones, el comportamiento de abandono de sus hijos que han experimentado en su infancia.

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