El escritor e intelectual pamplonés Fernando José Vaquero Oroquieta cuenta que “Europa que, salvo por sus grandes catedrales y en la vida discreta de pequeñas comunidades de fieles, no se reconoce a sí misma en un carrera ciega hacia delante, parece acercarse más a una libanización cotidiana que al Occidente optimista, ilustrado, progresista que nos venden las élites mundialistas por medio del consumismo, la educación estatal, la infantilización de las masas y los medios de comunicación. En esa post-Europa a la que nos encaminamos, la Iglesia ¿será una más entre otras tantas realidades sociológicas de tintes comunitarios y cierto barniz religioso o mantendrá la capacidad de provocar “encuentros” y conversiones? Sólo Dios lo sabe. Por lo que respecta a los europeos que amamos Europa, nos debemos a la resistencia, al rescate de la identidad y a la adhesión a la Tradición”.
“El cristianismo ha desaparecido casi totalmente de su solar original, Palestina, norte de África, Oriente Próximo. De no ser por el empeño casi suicida de unos cientos de miles de cristianos coptos, latinos, maronitas, greco-católicos, caldeos, etc., la Iglesia como pueblo ya habría desaparecido de allí completamente. San Agustín conoció el hundimiento de su mundo.El que la Iglesia desapareciera casi completamente de Europa, lo que sería un verdadero drama humano, no quiere decir que no tenga un futuro en otras latitudes. El que un argentino sea Papa hoy, es un signo de tales cambios”.
En una Europa descristianizada, el comunitarismo musulmán se propone desacomplejadamente como la alternativa religiosa frente al ateísmo, a la vez que se beneficia de las libertades civiles sin ceder en nada. Lo que está pasando estos días en Francia es el fruto de un laicismo planteado como una herramienta que debilite al catolicismo pero que, en su retorno, interpela al islam y le ha hecho “saltar” con agresividad e intolerancia ante unas normas ajenas".
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