sábado, 5 de diciembre de 2020

El Estado recicla los beneficios del capitalismo para mantener a unos empresarios marginales


La forma moralmente más pura de capitalismo es básicamente la producción artesanal, esto es, que lo importante de un cervecero es que haga buena cerveza. Mientras que, por supuesto, en el capitalismo lo importante del cervecero es que venda montones de botellas de cerveza.

Tony Judt

Para el intelectual Tony Judt “nunca ha habido un mercado puramente smithiano; y sabemos, porque son numerosas las experiencias que así lo demuestran, que los artesanos bienintencionados no sobreviven a la competición. Si los expertos panaderos de Francia sobreviven hoy en día es gracias a las subvenciones. Por decirlo claramente, el Estado recicla los beneficios del capitalismo en sus formas menos atractivas para mantener a unos empresarios marginales estéticamente más atractivos. Esto no me parece en absoluto reprobable. Pero sin duda desmerece respecto a los encantos que el sistema presenta a nivel de la alta teoría. Durante un tiempo, en Europa del Este, los atractivos de la firmeza moral y la negativa a transigir eran bastante compartidos tanto por los disidentes políticos como por las leyes económicas. Cuando se trataba de capitalismo, debía aceptarse en su totalidad. Sospecho que este nivel de rigidez ideológica es menos común hoy en día”.


“El mercado tenía que convertirse en algo más que una limitación para el Estado, tenía que convertirse en una fuente de derechos, o incluso de ética. El mercado deja de ser algo que tiene sus propias fronteras, tanto si estas fronteras abarcan la vida privada a través de la propiedad privada a nivel individual o defienden a la sociedad civil contra el Estado. En el razonamiento hayekiano o su implícito álter ego de Europa del Este, el mercado expande sus competencias y abarca a la vez lo público y lo privado. Lejos de sentar las condiciones de una vida moral, es la vida moral, y no necesita nada más”, aclara Tony Judt.

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