Lucien Febvre |
Cuenta Lucien Febvre en su libro Martín Lutero que allí seguía estando la vieja Iglesia, asentada sobre las mismas bases. En Trento, iba a su vez a rejuvenecerse, a tomar un baño de tomismo, de ese tomismo en el que Lutero, por instinto,aborrecía a su rival, a su enemigo más mortal...
Reforma y Libertad. Sin duda, el yugo del Papa, el yugo de la Iglesia, lo había sacudido con gran vigor. A los que le habían seguido, los había liberado plenamente. Pero ¿había que cantar victoria si había puesto en el lugar de un yugo pesado el yugo todavía más pesado del príncipe, del Estado creado y puesto en el mundo por Dios para velar sobre los intereses, las costumbres, los mismos dogmas de la comunidad cristiana?, se pregunta Febvre.
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