*La obra literaria de Miguel Delibes no se comprende al margen de su fe. Desde su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1948), hasta la última, El hereje (1998), se aprecia la huella del Evangelio, dibujando un horizonte moral irrenunciable. Delibes era un católico sincero que celebró el aire renovador impulsado por el Concilio Vaticano II. En sus primeras obras, los protagonistas se angustian ante la posibilidad de un mundo sin Dios. En La sombra del ciprés es alargada, Pedro lucha contra la herencia espiritual que le ha legado Mateo Lesmes, un maestro hondamente pesimista. Sin Dios, el mundo se parece a la sombra del ciprés, escuálida, afilada, insuficiente. En cambio, Dios prodiga una sombra amplia y generosa, capaz de cobijar a todos. Delibes siempre huyó de la sombra del ciprés, pero a veces no pudo evitar que lo alcanzara.
Cuando en 1974 murió su esposa, Ángeles Castro, se internó en una penumbra de la que nunca lograría desprenderse del todo. Hasta 1991 no conseguiría abordar su pérdida en Señora de rojo sobre fondo gris, una de sus novelas más conmovedoras. “Hombre de fidelidades”, según sus propias palabras, Delibes no volvió a casarse. Su matrimonio recuerda esa “fidelidad creadora” de la que habla Mounier, donde el amor, lejos de convertirse en rutina, se reinventa día a día. La literatura de Delibes gira alrededor de tres grandes temas, naturaleza, hombre, Dios.
*Autor: Rafael Narbona /Fuente: Alfa y Omega
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