Escribe Tony Judt que “cuando no hay Dios, existe una no-necesidad radical en todos los temas éticos, y, sin embargo, tenemos que proponer unas reglas que obedecer, aunque solo sean para la élite. De modo que esta élite se explica a sí misma las reglas de su propia conducta y las razones que puede dar al mundo en general para seguirlas. Lenin entendió esto, reconociendo que la “ética socialista” era una secuela de la autoridad religiosa y un sustituto de ella. Hoy en día, por supuesto, esta ética es la mayor parte de lo que queda de la socialdemocracia”.
“Que el marxismo es una religión secular parece autoevidente. Pero ¿qué religión es la que está siguiendo? Eso no está tan claro. Tiene mucho de la escatología tradicional cristiana. La caída del hombre, el Mesías, su sufrimiento y la redención vicaria de la humanidad, la salvación, la ascensión, etcétera. Para Lenin, la ética era retroactivamente instrumental. Las pequeñas mentiras, pequeñas decepciones, traiciones insignificantes y disimulos pasajeros, todo adquiría sentido a la luz de unos resultados posteriores y eran moralmente aceptables para ellos. Y lo que es verdad para las pequeñas cosas, termina aplicándose a las grandes también”, dice Judt.
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