Las memorables odiseas de Vasco de Gama y Magallanes dieron a la civilización numerosas tierras de conquista y aprovechamiento mercantil, zonas de influencia política, protectorados y colonias opulentas. Colón en cambio dio una nueva patria más amplia a los europeos. Brindó a Inglaterra una nueva Inglaterra, a España una Nueva España; al genio anglosajón un puesto de desarrollo y poder incomparable, mucho más rico y propicio que sus ideas vernáculas; al genio latino una nueva tierra en la que pudiera perpetuarse al través de los siglos, en incesante evolución. En Asia, en África, en los Archipiélagos de la Oceanía, Europa será siempre extranjera. En América nunca lo será. La civilización occidental se prolonga necesariamente en las vírgenes regiones americanas. Aquí se elaborará, en sus formas más altas, la cultura del mundo, escribe el filósofo mejicano Antonio Caso.
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