El problema político fundamental de Estados Unidos, una vez se hubo eliminado la secesión, fue cómo asimilar una masa heterogénea de personas que no eran americanas de nacimiento sino inmigrantes.
Se alentaba a los inmigrantes a aceptar rituales que conmemoraban la historia de la nación, la Revolución y sus padres fundadores (el 4 de julio) y la tradición protestante anglosajona (el Día de Acción de Gracias) como, de hecho los aceptaban, toda vez que se convirtieron en días de fiesta y motivo de celebraciones públicas y privadas. A la inversa, la nación absorbió los rituales colectivos de los inmigrantes, el Día de San Patricio y, más adelante, el Día de Colón. El sistema de educación fue transformado en una máquina para la socialización política mediante mecanismos tales como el culto a la bandera americana, que, como ritual cotidiano en las escuelas del país, se extendió a partir del decenio de 1880.
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