Anu Bradford profesora de derecho de la Universidad de Columbia cree que en la campaña del brexit se dio una falsa premisa. El engaño del soberanismo regulatorio no sigue la lógica de cómo operan los mercados internacionales en el siglo XXI. La UE supone prácticamente el 50% de las exportaciones de Reino Unido. Es decir, el destino de la gran mayoría de exportaciones. Empresas de aeroespaciales, automovilísticas, de industria química, farmacéuticas, servicios financieros etc. Aunque Reino Unido se vaya de la UE, estas empresas seguirán comerciando con la UE. No tienen elección. Aunque el gobierno británico les conceda unas reglas más laxas, ellos seguirán las reglas de la UE.
Imagínate, dice Anu Bradford, que eres una empresa de coches británica y te dan a elegir. Puedes seguir las normas británicas o las europeas, que son más estrictas y en algunos casos más costosas. Pero el mercado europeo es seis veces más grande que el británico. Desde un punto de vista comercial, no es viable que ignores las leyes europeas, por lo que continúas haciendo lo mismo. Y la pregunta que surge del efecto Bruselas es ¿y si establezco una segunda línea de producción para fabricar el mismo producto pero con distintas normas y regulaciones? No lo haces. No es una alternativa. Las economías de escala te conducen a la uniformidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario