Cuenta el director y actor francés François Truffaut que alcanzando cierto nivel de éxito, una película se convierte en un fenómeno sociológico y la cuestión de su calidad resulta realmente secundaria hasta el punto de que un crítico americano llegó a escribir con razón y con gracia que criticar Love Story es criticar el helado de vainilla. Decididamente, los mejores chistes sobre cine provienen de Hollywood, y así, por ejemplo, cuando un director americano acaba de obtener un gran éxito comercial con una película muy criticada (El exorcista, pongo por caso) es frecuente que diga en alta voz como dirigiéndose a los críticos: “Señores, he leído sus artículos de esta mañana, y no saben cómo he llorado mientras iba al banco a cobrar los beneficios de la taquilla”. Las ganas que la gente siente por ver o no ver una película son más fuertes que el poder de incitación de la crítica. Una crítica unánimemente elogiosa no ha conseguido llenar las salas donde se proyectaba.
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