Los votantes europeos no solo tienen miedo al nacionalismo. Como recordó poco antes de las elecciones europeas Ilke Toygür, analista del Real Instituto Elcano, “la lista de los problemas y los temores de los ciudadanos es muy larga y diversa”. Está el miedo a un futuro “más desigual y precario”, al deterioro medioambiental, a la inmigración ilegal, al terrorismo, al desempleo. Y atender esa variedad de preocupaciones exige algo más que “un mensaje de buenos contra malos”. La explicación de Toygür, europeísta convencida, ayuda a comprender la fragmentación del nuevo Parlamento Europeo.
Joseph H. Weiler, atribuye el auge del nacional-populismo a tres elementos: 1- el olvido del patriotismo liberal, no nacionalista; 2- el desinterés por articular una visión no excluyente de la identidad; 3- la secularización de Europa.
Los populistas habrían aprovechado este vacío cultural y religioso. “Dicho esto, añade Weiler, yo rechazo la idea de que millones de europeos son fascistas o idiotas. Hay un hambre que la democracia constitucional tradicional no ha sabido cómo satisfacer."
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