domingo, 9 de junio de 2019

El cielo es una sociedad


“¿No fueron creadas las criaturas como seres singulares para que Dios, amándolas a todas infinitamente, pudiera amar de una manera distinta a cada una de ellas? Esta diferencia, lejos de producir menoscabo, confiere pleno significado al amor mutuo entre las criaturas bienaventuradas, es decir, a la comunión de los santos. Si todos experimentaran a Dios de igual modo y le rindieran idéntico culto, el himno de la Iglesia Triunfante no tendría sinfonía alguna, sería como una orquesta en que todos los instrumentos tocaran la misma nota. Aristóteles dice que la ciudad es por naturaleza una multiplicidad, y San Pablo indica que el cuerpo es una unidad de miembros diferentes”, escribe Clive Staples Lewis.

“El cielo es, en suma, una sociedad, pues cada bienaventurado tendrá algo que decir a todos los demás, alguna noticia reciente, siempre reciente, de “mi Dios”, que todos descubren en Aquél al que alaban como nuestro Dios”.




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