Si se trata de la virtud, escribe San Gregorio de Nisa, hemos aprendido del Apóstol mismo que la perfección de aquélla sólo tiene el límite de no tener ninguno. Detenerse es peligroso. ¿Por qué? Porque todo bien, por su propia naturaleza, carece de límite y sólo está limitado por el encuentro en su contrario; así la vida por la muerte, la luz por la oscuridad, y en general cualquier bien por su opuesto. Igual que el fin de la vida es el comienzo de la muerte, así también dejar de correr en el camino de la virtud es comenzar a hacerlo en el camino del vicio.
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