Cuán importante es educar a los hijos desde pequeños en la solidaridad en el momento de la enfermedad, dice el Papa Francisco. Una educación que deja de lado la sensibilidad por la enfermedad humana, aridece el corazón. Y hace que los jóvenes estén “anestesiados” respecto al sufrimiento de los demás, incapaces de confrontarse con el sufrimiento y vivir la experiencia del límite.
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