Ya están los peregrinos cubiertos de polvo y sudorosos
Don Álvaro Cunqueiro, novelista, poeta, dramaturgo y periodista gallego cuenta como ya están los peregrinos, cientos y cientos, cubiertos de polvo, sudorosos, en la iglesia de Jacobo el Mayor. Uno se imagina el río de almas entrando en la basílica bajo el hermosísimo puente del Pórtico de la Gloria. A la derecha, en la nave de la Epístola, están los confesionarios de los canónicos lenguajeros. Los peregrinos pueden confesarse en inglés, en alemán, en francés, en italiano, en húngaro etc. En el altar mayor, está el apóstol Santiago, majestuoso y a la vez humano, esperando el abrazo de los que han aceptado visitarle. Santiago acepta todos los abrazos, pero los canónigos medievales, de fino olfato, mandarán labrar el gran incensario que llaman botafumeiro, y que de nave a nave vuela, para perfumar la catedral y que el incienso no permita oler el sudor de los
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Camino del norte |
peregrinos. Hay quien murió al llegar ante el altar, como aquel príncipe de Aquitania que ocho o nueve veces fatigó el Camino Francés: Gaiferos de Mormaltán. Las peregrinaciones han vuelto al camino. Arrepentirse, confesar comulgar, pasar la Puerta, abrazar el Patrón. El camino ha despertado de un largo sueño, y otra vez se escuchan, como antaño, las voces de las naciones.
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