Reina Victoria. |
A finales de su reinado en 1901, Victoria había reinventado el papel de la monarquía británica y establecido el modelo para una realeza viable en el siglo XX. El poder político directo fue sustituido por una significativa influencia simbólica, en tanto el rey o la reina se convierten en un emblema de unidad nacional. En lo sucesivo, la carencia de auténtico poder político sería considerada una de las mejores cartas de
presentación de la monarquía. La ventaja de un jefe de Estado que está por encima de la política, de un modo que nunca puede estarlo un presidente electo, fue constatada por la primera ministra británica Margaret Thatcher, en 1985: “Aquellos que imaginan que un político sería una mejor figura decorativa que un monarca hereditario tal vez deberían conocer a más políticos”.
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