El concilio habla de un amor conyugal “indisolublemente fiel en la prosperidad y en la desgracia, en cuerpo y en espíritu, ajeno a cualquier adulterio o divorcio”. Una meta a la que se llega practicando “la virtud heroica”, “la grandeza de ánimo y el espíritu de sacrificio” indicados por el concilio, y superando los no pocos obstáculos que se interponen en el camino del amor conyugal. Y, ante todo, este pobre corazón nuestro, tan versátil e imprevisible. El cónyuge prudente sabe que es preciso mantenerlo bajo control. A veces, sin embargo, hay quien se engaña. Cree poder descuidar un tanto la vigilancia y permitirse alguna distracción” y se dice: “¡Es sólo un momento! ¡No saldré de mis casillas; sólo una ojeada por encima de la reja, para ver cómo va la vida por allá afuera!” Pero puede que, por casualidad, las rejas se hallen abiertas, el momento se convierta en una hora y la hora en traición. “¿Qué pensáis hacer?,escribía San Francisco de Sales, inspirar amor, ¿no es así? Pues bien: nadie despierta voluntariamente el amor sin hacerse su prisionero; en este juego, el que atrapa es atrapado… Quiero atraparlo,dirá alguno, pero no demasiado. ¡Ay!, el fuego del amor es más activo y poderoso de lo que parece; creéis que os ha tocado solamente una chispa, y os quedáis estupefactos viendo que, como un rayo, ha incendiado vuestro corazón, reducido a cenizas vuestros propósitos y en humo vuestra reputación”.
San Francisco de Sales. |
El arte de rejuvenecer el amor: que nunca deje el marido de cortejar un poco a su mujer; que la mujer trate siempre de atraerse al marido, con atenciones y delicadezas. Escribe Francisco de Sales: “La unión del amor y la fidelidad engendran siempre intimidad y confianza; por esta razón, los santos y las santas casados se prodigaban mutuamente infinidad de caricias en el estado conyugal. Isaac y Rebeca (la más casta pareja conyugal de los tiempos antiguos) fueron observados a través de la ventana acariciarse de tal modo, que, aunque no hubiese en ello nada indecoroso, Abimelech comprendió que no podían ser sino marido y mujer. El gran rey San Luis fue casi reprendido por excederse en estas… pequeñas atenciones, tan necesarias para la conservación del amor conyugal”.
Aun los mejores esposos tienen sus momentos de cansancio y de mal humor, a los que hay que poner remedio sin romper la paz. ¿Está él enojado y sombrío? Es el momento de que ella se ilumine de dulzura. ¿Está ella cansada y nerviosa? Le toca a él mantenerse en calma, esperando que pase la tormenta. Lo importante es que el nerviosismo de él y el de ella no coincidan y se superpongan, porque entonces se produce un cortocircuito, estallan las lámparas, escapan palabras, a veces demasiado verdaderas, con aquella triste verdad que produce desencantos, rencores, heridas secretas, dice Albino Luciani.
Cuenta Albino Luciani que la chica, por lo general, tiene mayor dominio de sí que el chico en el aspecto sexual. Si el hombre es más fuerte físicamente, la mujer lo es espiritualmente. Podría casi decirse que Dios decidió hacer depender la bondad de los hombres de la de la mujer. Mañana dependerán un poco de ella el alma de su marido y las de sus hijos.Debes, pues, tener sentido común por dos y saber decir que no en ciertas cosas, incluso cuando todo parecería invitar a decir que sí. La novia demasiado fácil no ofrece las mismas garantías y corre el riesgo de sembrar desde ahora, con su condescendencia demasiado despreocupada, semillas peligrosas, de las que brotarán en un futuro celos y sospechas por parte del marido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario