Escribió Georges Bernanos que “hay una hora avanzada de la noche en la que los juiciosos hacen el tonto y los tontos no dejan de hacerlo”.
Es cierto. ¿Hay algo más triste que una persona sensata que, a las tres de la mañana, atiborrada de estupidez y vino, se dedica a parecerse a toda la gente que, durante el día, desprecia? ¿Y cuántos humanos son “noctámbulos de dolor”, gentes que, reconociendo que es parte de su vida, lo mismo que la noche es parte del día, se dedican a emborracharse de amargura y tristeza en lugar de descubrir las potencialidades de ese dolor? Edmond Rostand aseguraba que “es durante la noche cuando resulta más hermoso creer en la luz”. Es cierto, y durante la adversidad es cuando más hermoso resulta creer en el amor, diría Martin Descalzo.
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