“El mal, escribe Peñarroja, no tiene entidad propia. Es, sencillamente, el no-bien, su ausencia, del mismo modo que a la falta de luz la llamamos oscuridad. El suicidio, en cualquiera de sus formas, es malo. Es decir, señala una ausencia. La del sentido, si quieren tomar el término de Viktor Frankl. Es una derrota, se mire por donde se mire. Quienes piensan en quitarse la vida no necesitan argumentos. Los conocen. Los han analizado una y otra vez con obsesiva minuciosidad. Lo que necesitan es algo bueno y bello en su vida, un horizonte. Se puede encontrar incluso en medio del sufrimiento,a veces precisamente a través del sufrimiento”.
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