La preocupación de Platón es alejar de cualquier forma de codicia que pudiera desviar de su función a quienes tienen el cuidado del orden político. En el pensamiento platónico, la libertad es una libertad interior que se alcanza mediante la renuncia y el despojo. Mientras menos se tenga, más libre se es y más eficazmente se podrá dirigir el Estado. La perspectiva aristotélica no abandona en ningún momento su adscripción a la tradición socrático-platónica en cuanto a la interioridad de la libertad, y jamás este término es empleado en referencia a una supuesta facultad jurídica. La crítica aristotélica a la posición platónica no es tan radical como pudiera suponerse, bastaría sólo con discutir la tesis “comunistas”, en el sentido de que no necesariamente la posesión de bienes es un obstáculo para la virtud, sino, incluso, hasta una cosa necesaria para el florecimiento de la perfección moral.
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