domingo, 9 de octubre de 2022

Quien dispone de un porqué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo

“A quien muestre intenciones de suicidarse hay que hacerle ver, sobre todo, una y otra vez, que el suicidio no resuelve problema alguno. Hay que hacerle comprender que el suicida se parece mucho al jugador de ajedrez que, obligado a enfrentarse con un problema demasiado difícil o que a él le parece, derriba las figuras sobre el tablero. Claro está que, con ello, no resuelve el problema que tiene delante. Tampoco en la vida se resuelve ningún problema echando la vida por la borda. Del mismo modo que ese jugador de ajedrez no se atiene a las reglas del juego, el hombre que se suicida infringe las reglas del juego de la vida. Estas reglas de juego no nos obligan, ni mucho menos, a vencer por encima de todo, pero sí a no abandonar la lucha por ningún concepto”, dice el psiquiatra Viktor Frankl.


“Quien dispone de un porqué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo”, dice Nietzsche. No cabe duda de que la conciencia de una misión en la vida posee un extraordinario valor psicoterapéutico y psicohigiénicos. “No tenemos reparo en afirmar, dice Viktor Frankl, que no hay nada que más ayude al hombre a vencer o, por lo menos, a soportar las dificultades objetivas y las penalidades subjetivas que la conciencia de tener una misión que cumplir. Esta misión, cuando se la concibe como algo personal, hace a su portador insustituible, irremplazable, y confiere a su vida el valor de algo único. La citada frase de Nietzsche da a entender también que el “cómo” de la vida, es decir, todas esas circunstancias desagradables que la acompañan, queda relegado a segundo plano en el momento y en la medida en que pase a primer plano el “porqué” de ella. Pero no es sólo esto; de la conciencia que así se gana en cuanto al carácter de misión se desprende, consecuentemente, el corolario de que la vida cobra, en rigor, tanto mayor sentido cuanto más difícil se haga”.

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