lunes, 31 de octubre de 2022

Había que eliminar a la clase dirigente polaca


Los soviéticos, se tiene la certeza a partir de las pruebas de que disponemos, estaban persuadidos de que podían obtener beneficios manifiestos en caso de eliminar a la clase dirigente polaca. Éste debió de parecerles un medio exento de riesgos, por cuanto costaba imaginar que el crimen pudiese llegar a descubrirse jamás. De hecho, si Beria hubiese elegido un lugar situado más al este del bosque de Katyń en el que llevar a cabo los asesinatos, tamaña atrocidad nunca hubiera llegado a oídos del público durante la guerra, y tal vez sus detalles seguirían siendo un secreto en nuestros días. Así las cosas, confiados en el convencimiento de estar actuando con total impunidad, Stalin y los suyos firmaron, el 5 de marzo, la orden de investigar de forma somera, “mediante procedimiento especial”, a los polacos y ejecutarlos de un disparo en caso de ser considerados indeseables. Las instrucciones se hacían extensivas no sólo a los poco menos de quince mil reclusos de los tres campos de concentración, sino también a los once mil ciudadanos aproximados de Polonia oriental que habían sido arrestados por actividades contrarrevolucionarias. De los once mil que se hallaban recluidos en prisiones, habrían de ser ejecutados algo más de siete mil; lo cual, conforme a las cifras de los propios soviéticos, reveladas sólo tras la caída del comunismo, hace un total de 21.857 personas muertas a consecuencia de las disposiciones del 5 de marzo.Poco después de publicarse la orden del 5 de marzo, Beria obtuvo la autorización necesaria para difundir una nueva disposición, por la cual debía deportarse a las madres, las hermanas, los hijos y los demás parientes de los ciudadanos asesinados.

Los documentos existentes revelan la conexión que se dio entre las expatriaciones de abril y las matanzas de Katyń. Después de eliminar a los prisioneros, sus familias habrían de ser arrojadas a las heladas tierras baldías de la Unión Soviética. Aquellos parientes no habían cometido, ni siquiera en opinión de los estalinistas, más delito que el de estar entroncados con reos ajusticiados. Semejante acción constituye un crimen de proporciones monumentales; un crimen del que aún no se ha pedido cuentas a nadie.


Fuente:  A puerta cerrada  de Laurence Rees



No hay comentarios:

Publicar un comentario