El historiador Ricardo de la Cierva critica la actitud de Alfonso XIII al abandonar el trono sin lucha: “Las nobles palabras y su desinterés apreciable como hombre no le elevan en cambio como rey”, porque “la vida es una continua batalla”. Hay que llegar a la posesión de la verdad y entonces defenderla con tenacidad, distinguiendo los principios irrenunciables de los matices en que se puede ceder.
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