Con valor y nobleza admirables, suplica San Francisco de Sales al duque de Nemours que no condene en su corazón, sin antes haberlos escuchado, a algunos altos personajes, y a sus hermanos, que han sido injustamente acusados ante él. “Vuestra Excelencia ha recibido acusaciones contra estos pobres afligidos y contra mis hermanos. Si se ha limitado a escuchar las acusaciones, ha hecho bien. Pero si las ha aceptado en su corazón, me tendrá que perdonar que, siendo además de su humilde servidor, su afectísimo aunque indigno Pastor, le diga que ha ofendido a Dios y está obligado a arrepentirse, incluso aunque tales acusaciones fueran ciertas; porque ninguna palabra en perjuicio del prójimo debe ser creída antes de ser probada y no puede ser probada sin antes oír a las partes. Quienquiera que os hable de otra manera, traiciona vuestra alma”.
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