Escribe Pio Baroja en su libro Reportajes que “muchos de los tipos, más o menos auténticos, procedían del teatro. Hace sesenta años, al estrenarse La Gran Vía, revista de letra mediocre y de música encantadora, que no sólo corrió por toda España, sino por medio mundo, la gente madrileña adoptó aquellos tipos, se los apropió y los consideró como suyos. Eran éstos el de la criada, la Menegilda; los chulos del terceto de los ratas, el caballero de Gracia, elegante y desocupado. Algo de esto ocurrió años después con otro gran éxito del género chico, el de la zarzuela La verbena de la Paloma; con el Julián, tipo de obrero un poco chulo; la Susana, la señá Rita y don Hilarión, el boticario viejo verde”.
“Un tipo poco frecuente, pero que yo vi alguna vez, cuenta don Pío era el Gachó del Arpa. El Gachó del Arpa, sacado en la zarzuela de Chueca Agua, azucarillos y aguardiente, era un chiquillo vagabundo, italiano, que iba con un arpa pequeña. Solía aparecer de repente, sobre todo en las noches de verano, por Recoletos o el Prado, sentarse y cantar, acompañándose con el arpa, alguna tonadilla popular italiana. Chueca le hace cantar en su zarzuela unas coplas absurdas y graciosas, que alguna recuerdo.”
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