Frederick Copleston |
Frederick Copleston dice que no podemos describir a Dios en la misma forma en que describimos un objeto visible como un árbol o un animal, no tenemos una visión o intuición directa de Dios. Y este hecho significa que nuestro acercamiento a la naturaleza divina ha de tener un carácter negativo, en gran parte. Sabiendo que alguna cosa existe o es, hay que averiguar cómo es, para llegar a saber qué es (su naturaleza). Pero, como de Dios no podemos saber lo que es, sino sólo lo que no es, tampoco podemos tratar de cómo es, sino más bien de cómo no es (método negativo). Puede demostrarse cómo no es Dios, despojándole de lo que es incompatible con Él, por ejemplo, de la composición, del movimiento y de cosas parecidas.
Negando sucesivamente ciertas características en Dios, aumentamos, en cierto sentido, nuestro conocimiento de la naturaleza divina. Sabemos, por ejemplo, que Dios no es ni material ni compuesto. Pero, es evidente que, por la aplicación de este método, no obtendremos una comprensión positiva y adecuada de la naturaleza divina. La simplicidad divina, por ejemplo, lo mismo que la infinitud divina, no son una negación. Pero no podemos acercarnos a la realidad positiva, por así llamarla, sino por la vía de la negación. Las cosas de las que tenemos una experiencia son compuestas, finitas y temporales, y sólo llegamos a nuestros conceptos de la simplicidad, la infinitud y la eternidad absolutas por un proceso de negación. Santo Tomás de Aquino manifiesta que “sin embargo, como nosotros, para conocer lo simple, necesitamos partir de lo compuesto, así también al concepto de eternidad llegamos por el de tiempo”.
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